Manual de costumbres y procederes de la clase media venezolana

Capítulo XIV

Arroz con leche me quiero casar.

No se por qué a las niñas nos enseñan a soñar desde pequeñitas con el día que caminemos del brazo de nuestro papá hasta el altar. En verdad es un sueño un poco tonto, si tenemos en cuenta todas las cosas que se pueden soñar.

Una boda es uno de esos sueños extraños que transitan sobre la borrosa línea fronteriza que, según donde se pise, puede acabar en pesadilla. Un estornudo, una basurita en el ojo, una mirada a destiempo, cualquier pequeño detalle puede arrasar con una ilusión cultivada durante toda una vida. Son tantos los detalles y tan delicados todos, que planear una boda y llevarla a cabo es como caminar sobre una cuerda floja borracho y con los ojos vendados.

La soñada pesadilla comienza con una formal y acartonada pedida de una mano que hace tiempo fue tomada, junto con otras partes del cuerpo más comprometedoras, sin permiso de nadie. Es terrible ese momento en que se juntan dos familias nada tienen en común exceptuando el hecho de que uno de sus hijos tuvo el mal gusto de enamorarse del hijo de la otra.

El padre de la novia mira al parásito que engendró el padre del parásito. Este a su vez está convencido de que esa treintona malcriada estaba destinada a vestir santos hasta que el imbécil de su hijo le dio por desvestirla, alborotarla y, para colmo, preñarla.

Las madres, que se convierten en suegras, son un tema pavoroso de relatar y puede llegar a ser muy difícil de leer. Tomemos aire profundamente e intentemos ser adultos al respecto. Madre hay una sola y me vino a tocar a mi, dice el dicho, pero en este caso hay dos y recién convertidas en suegras y futuras abuelas, lo que agrava la mucho situación.

Hay que comprender que estas mujeres están abatidas por el hecho de que les están amputando un apéndice y lo están haciendo sin anestesia. Pedirles que se comporten a la altura de la situación es pedirles que griten, aúllen, digan groserías que jamás sus labios osaron pronunciar, que muerdan, pataleen y que descarguen su ira con la única persona responsable de este doloroso desmembramiento: ‘’la puta que parió a semejante cabrón(a)’’

Se miden las señoras con sonrisas antárticas, se miran de arriba a bajo deseando tener ojos con rayos láser que perforen y duelan, se acercan y se dan un beso tan falso que, más que un beso, parece un escupitajo. Y siguen escupiendo a los futuros consuegros y a la mosquita muerta esa que de virgen tiene lo que yo tengo de checoslovaca, y al descerebrado mantenido que es incapaz de conseguir un trabajo serio para darle a mi Lilita la vida a la que ella está acostumbrada.

Preguntas, risas nerviosas, respuestas vagas, discursito cursi, brindis lágrimas y fuera. El noviazgo sobrevive este embate, se quieren y juran amarse para toda la vida y se consuelan diciéndose que se casan el uno con el otro y no con sus familias.

Pobres pajarillos enamorados. ¿Quién va a organizar la boda? ¿quién va a sugerir con autoridad hitleriana que tipo de flores han de decorar la iglesia? ¿quién va a meter la cuchara en cada caldo, sopita o consomé que se la ponga por delante o por detrás? Madre hay una sola, pero ahora hay dos.

Y ¿quién va a pagar el whisky, la champaña, los pasapalos y el buffet? Y las flores, el vestido de Lilita, el apartamento, el parto, porque ni seguro tenían los inconscientes esos. Humberto José, tu te callas y pagas, no vayan a decir ‘’esos’’ que somos unos miserables, eso es lo único que me falta para que me termine de dar un soponcio.

Elaborar una lista de invitados donde todos estén conformes es muy difícil, pero si ambas familia deciden pagar la boda a partes iguales ya la cosa se hace imposible. Esto es un abuso, están invitando hasta los primos terceros de Maturín, si vamos a pagar »miti miti» pues que inviten el mismo numero de personas que nosotros. A mi que me importa que tu seas hijo único y yo también, allá ellos que tienen ese familión. Y ese amiguero, tu me vas a decir que con lo insoportables que son tienen todos esos amigos. A eso los invitan para echárselas de muy muy.

Los pobres tórtolos aguantan el chaparrón maternal con el falso consuelo de que será el último mientras van poniendo al día documentos de todo tipo, descubriendo sacramentos que no hicieron, suplicando a un cura que los case en una iglesia que nunca han pisado, pero que es la que está de moda porque queda cerquita del Country Club. Hay que encontrar cupo en la sala de fiestas, hay que sobornar, empujar, suplicar, llorar, llorar y llorar y alquilar otra sala si te quieres casar este año, porque lo que es aquí, estamos copados hasta el dos mil diez.

Para el año dos mil diez el fruto de su amor prematrimonial tendrá tres añitos y será mucho más complicado esconderlo bajo una amplia falda tipo imperio, elaborada en raso de seda con delicados detalles bordados con cristales de swarovsky y delicadas perlitas color champán.

Alquilado el salón no tan fino, como náufragos de un temporal, llegan queriéndose mucho al día soñado. Desde la cinco de la mañana comienzan las carreras. A las ocho a la peluquería con la madre, la madrina y las damas de honor. Después a correr con un moño y un tocado que deben estar intactos a las ocho de la noche. Uñas postizas, depilación con cera en esos sitios que jamás se depilan porque duelen, maquillaje a las cuatro, no sudes hasta las ocho, no comas que te dan gases, no bebas que te haces pipí.

El vestido no me cierra, las tetas se me desbordan, mete la barriga, la tengo metida, metida tienes la pata por eso esta vaina no cierra. Y tu que pareces una morcilla con ese traje vino tinto, ¿morcilla llamas a tu madre? ¿la madre que te parió? Si la madre que me parió…

El novio espera en el altar al lado de la otra morcilla, ésta de rosa pastel, color más juvenil que en lugar de rejuvenecer recuerda, a quien la mire, que está bien vieja para la gracia.

La novia llega a la iglesia en un Rolls Royce alquilado, su padre se siente más pobre que nunca dentro de tanta opulencia. Su hija, debajo de aquel mosquitero carísimo, piensa en la vida que deja atrás. Antes de dejar el nido desangró su chequera, hipotecó su jubilación, se lo lleva todo su muchachita, se lleva sus esfuerzos, sus anhelos, sus ilusiones, pero deja el cuarto lleno de peluches polvorientos y fotos del parásito en las paredes. Y que no me toquen nada, que lo dejen así mismito para que cuando vuelva de visita me sienta como una niña de nuevo. Papá sonríe con ternura aparente, pero en el fondo de sus ojos se ve la pira incendiaria donde arderán Fluffy, Cuchi, Chichi y todos esos peluches rosados y cursis que ha tendido que soportar durante años.

Entra la novia a una iglesia medio vacía, ni los primos vinieron a presenciar el sacramento, hay que llegar temprano al salón de festejos para sentarse en la mejor mesa. Los indeseables amigos del novio si llegan puntualmente, llevan meses tratando de hacerlo reconsiderar y lo intentaran hasta el último momento. Si pierden la batalla, arruinaran la fiesta con una borrachera vikinga que incluye desnudos fugaces e intentos de rapto de la recién desposada.

El cura, que sufre de una incapacidad congénita que le impide sonreír, o por lo menos ser jovial, se ensaña con los asistentes a la misa. Los acusa de pecadores lujuriosos, señalando con el dedo al padrino y clavando sus los ojos lascivos en el escote de la madrina. Después de una hora de amenazas y condenas, de invitados que se abandonan el templo indignados o por ganas de fumar, de pajecitos llorando y un tío durmiendo, el cura bendice a los novios y les advierte sobre los pecados húmedos y otros pecados sabrosos que no se deben cometer.

Marcha nupcial, granitos de arroz que se deslizan dentro del escote de la novia y una noche repleta de pecados por cometer. Se suben los recién casados en el Rolls desplazando el parásito al padre de la novia, quien tiene que regresar por donde vino en el carro de cada día con la morcilla, sus hermanas y el tío que ahora no solo duerme sino que también ronca.

‘’La sobriedad y el buen gusto reinaron en todo momento, en un salón decorado bajo una modalidad romántica en matices malva, perla y beige, donde candelabros bañados en plata, abundante iluminación con velas, y hermosas flores naturales lograron otorgarle al encuentro un claro toque de distinción. Durante el evento los invitados, además de compartir entre la degustación de exquisitos bocadillos y selectas bebidas, disfrutaron de buena música a cargo de una orquesta y un Dj, sin dejar de mencionar que se dispuso de un área tipo lounge para disfrute de la juventud, donde predominaban los puff y lámparas de lava años setenta.’’ Reseño el periódico local.

Como ya estamos acostumbrándonos a leer mentiras en los periódicos, se que debo contarles lo que en verdad sucedió: la sobriedad y el buen gusto reinaron mientras no había llegado nadie, después la cosa fue mas complicada. Todo fue culpa del aire acondicionado, o quizás de la larga cola que tuvieron que hacer, con carácter obligatorio, los invitados al ágape con la única finalidad de saludar a unos novios que bien podían ser saludados un poquito después.

El hecho es que la mayoría de los asistentes no había comido desde el desayuno para poder comer más del salmón y langostinos que habían prometido servir los anfitriones. Sumado a esto las mujeres estaban ataviadas con hermosos vestidos de cortes elegantemente atrevidos muy adecuados para el clima tropical que reina en nuestras cálidas latitudes. Pero la calidez de la latitud era reducida a ventisca siberiana por un aparato de aire acondicionado que alguien había programado a punto de congelación para preservar a los asistentes como se preserva el pescado.

La poca reserva calórica con la que contaban los pacientes invitados venció su paciencia y a empujones atropellaron a los novios, a sus padres, a los mesoneros y se abalanzaron sobre una hermosa mesa que parecía una cascada rosa de salmón canadiense y langostinos de Tailandia.

La morcilla rosada gritó con desespero, ‘’la cascada es para la hora del buffet’’ y sufrió el primer soponcio de la noche, cayendo tendida, cuan ancha era, sobre un elegante chaise longue de estilo tapizado en tonos malva con madroños oro viejo. La morcilla restante, cual campeona de rugby, se abrió paso entre la multitud que amenazaba con linchar a un mesonero que, con irracional valentía, se interpuso entre los hambrientos y el salmón.

Se me sientan ya y se dejan de vainas. -Dijo cortésmente la anfitriona, a la vez que hacía señas a los mesoneros para que sirvieran el champán. Los que no estén sentados no beben, fue la orden inflexible de la implacable mujer, cuya agitada respiración estaba a punto de hacer saltar los hermosos botones forrados que adornaban su vestido de shantung y organza con delicadas aplicaciones de hilo de plata y fina pedrería.

Obedientes se sentaron a cambio de poder degustar la exquisita bebida traída especialmente para la ocasión desde las remotas pero hermanas tierras del cono sur. Sorbían al son de un trío de cuerdas que interpretaba magistralmente a Bach, mientras el salón se impregnaba con el suculento aroma de fritanga de tequeños, el pasapalo rey.

Una vez aplacada el hambre comienzan a sonar los acordes de un valse. La novia y su padre tieso, giran y giran surcando la pista de baile mientras la cola bordada se enreda en los pies de la pareja. Ante tal torpeza caen las inhibiciones del resto de los asistentes quienes se lanzan a la pista a disputarse el honor se enredarse en la blanquísima cola y trastabillar un poco también.

El valse se convierte en merengue y la noche se vuelve parranda. Los copetes se despeinan, el aire acondicionado ya no es frío, los tacones sobran pero nadie se los ha quitado aún, apretujados se menean los distinguidos invitados, con cara de sabrosura abrazan a su pareja y le meten una rodilla entre las piernas, así, así, así me gusta a mi…

Las cajas de whisky se vacían más rápido de lo que deben, la comandanta morcilla da otra orden tajante: aguante el güisqui y sirvan refrescos y daiquiri. Se ponen nerviosos los bebedores serios que no están dispuestos a mezclar ni a parar. Sobornan mesoneros sobornables y corre el ambarino líquido otra vez.

El animador de la orquesta sabe que le momento cumbre se acerca y se prepara derrochar picardía. Las señoritas porrrr favorrrrr, ¡ja, ja, ja! Corrijo , las solteras porque señoritas ya no quedan, ¡ja, ja, ja! Las bellas ni se inmutan ante el tentador llamado, las menos agraciadas se planchan las faldas con una mano mientras que con la otra se aplacan la pollina sudada y caminan aparentando desinterés pero a un paso apresurado que delata la ansiedad que produce el haber sido tantas veces dama de honor y nunca una flamante novia.

Delicados codazos incrustan en las costillas de sus solteronas compañeras, la primera fila es para las desesperadas, la segunda también y la tercera y la cuarta. Es una situación angustiante y se torna peor cuando un borracho dice: ’’yo me voy a mi mesa, total siempre la gorda más fea se lleva el ramo.’’ Atrapar o no atrapar, esa es la cuestión, pero como de que vuelan vuelan clavan codos otra vez.

La novia amaga y saltan las solteras, una pierde tres uñas postizas, otras dos de agarran por los pelos, salta un tacón partido y todos los concurrentes dicen ¡ayyyyyyyyyyy arrugó! Avergonzadas por haber mostrados sus cartas regresan a sus posiciones, en el preciso momento que un amigote del parásito cruza la sala corriendo vestido solo con el puro que lleva en la boca. Cae otra vez la morcilla pero esta vez no había chaise longue.

A la una, a la dos, y a las tresssss. –Dice el talentoso animador. Esta vez si vuelan las phanelopsias atadas con cintas de raso de seda azul. Saltan las damas cual si fueran camioneros y se pelean cuatro de ellas que sienten que sus delicados dedos tocan el bouquet. Lo despedazan, las otras se tiran al suelo a recoger aunque sea un petalito de esperanza.

Con esperanza o sin ella viene el turno de los hombres. La novia, se sienta y seductora, levanta su falda para revelar un liguero al final de unas piernas cansadas. El novio mira a sus amigotes que corean ‘’ con los dientes, con los dientes…’’ y el picarón le pasa la lengua por la pierna de su amada desde el tobillo hasta… Si sigues te mato gran carajo, no te bastó preñarla que ahora la vas a lambucear en público. -Es un ex novio borracho, despechado y coleado que se le viene encima pero cae de platanazo gracias a una providencial zancadilla de la comandanta morcilla.

Le sacan la liga con los dientes entre pitas y risotadas a una novia que ya no tiene nada que esconder. Rifan la liga entre los pajecitos porque los amigotes se niegan a tener que ponérsela después a la que agarró el bouquet, que resulto ser tal y como lo predijo el borracho.

Es hora de escapar, los novios se van a hurtadillas dejando la fiesta prendida, los amigotes están bailando con la frágil morcilla rosada y ella parece estar a punto de que le dé otro yeyo. El papá de la novia juega distraído con un yesquero mientras canta la canción de Sabina: ‘’no perdí a una hija, gané un cuarto de baño…’’

El padrino los intercepta en la puerta y les da unos sobres. ¡Los regalos papi! -exclama ella con ilusión. Corre mi amor, vamos para el hotel. Si mi vida no puedo esperar.

Sentados sobre la cama en su alcoba nupcial, ella con una delicada dormilona de encaje blanco y él con viriles calzoncillos azul cielo, se dan un beso tímido seguido por un hondo suspiro. Sus manos se encuentran entre una montañita de sobres que hay sobre la cama, sus dedos ávidos atrapan cada uno un sobre, lo abren con impaciencia y comienzan a contar el dinero que recibieron como obsequio por parte de sus generosos invitados. Ella, con ojos brillantes de ilusión, se dedica a anotar quién les dio cuánto en una libretita, y el cuenta y cuenta hasta que el sol les recuerda que su noche de bodas ha llegado a su fin.


6 comentarios on “Manual de costumbres y procederes de la clase media venezolana”

  1. Anonymous dice:

    LEI EN UNO DE LOS COMENTARIOS QUE PENSARAS EN PUBLICAR UN LIBRO DE TUS ESCRITOS, ESTOY TOTALMENTE DE ACUERDO…SON MAGNIFICOS!!

  2. yabrina dice:

    buenisimocarola si pudiera tener la capacidad de escribrir (por lo menos la mitad)que tu tienes, escribiria un «MANUAL DE COSTUMBRES Y PROCEDERES DE LA CLASE POBRE VENEZOLANA» porque para cada uno de tus capitulos tienen sin duda su contra parte en la «otra clase social» seria tragicomico, pero como no la tengo, te invito a que lo intentes, seguro seria una buena manera de constractar la realidad venezolana y aunque no aceptaras mi invitacion seguiria cautivadda con tus escritosno me canso de leerte otra vez felicitaciones

  3. Carola dice:

    Ojalá pudiera, pero no se si lo lograría.Todo, absolutamente todo lo que escribo lo he vivido. Es ahora cuando por fin he comenzado a conocer a mis compatriotas de la »otra clase». Es ahora cuando tengo que ver y aprender y ya vendrá el tiempo de escribir. Para entonces, yo aspiro que no haya ninguna clase que nos separe y nos suba a unos y nos baje a otros.Para entonces espero que todos seamos venezolanos iguales igualitos.

  4. yabrina dice:

    carola eso es lo que yo como venezolana y ciudadana del mundo espero, y me da esperanza que en nuestro pais exista un hombre que junto con su pueblo lo estemos intentando y que algun dia por lo menos mis hijas y nietos lo puedan vivir alguien podra decir que esto es una utopia entonces !que viva la autopia! y carola seguro llegara el dia en que puedas escribir nuevos relatosy seguro seran del pasado cuando nos cuentes de como ERAN tus compatriotas de la «otra clase que al fin de cuentas eramos todos el mismo pueblo

  5. Gloria dice:

    Carola, tienes el don de encantar con las palabras, felicitaciones y un gran abrazo revolucionario

  6. je!!! sin desperdicio!!!


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