Mi villano favorito
Publicado: 17 julio, 2020 Archivado en: Uncategorized 17 comentarios
Vengo del lugar aquel donde Diosdado era malo, el villano dueño de todo, el enredador, el bichito que: “Chávez, date cuenta, te están engañando”. El tipo con ojos de tigre, de tigre maluco, siempre maluco, cuidao y te resbalas que te jodo. Diosdado Cabello, el tipo del que todos los buenos chavistas debíamos desconfiar.
Caí de paracaidista un día, desde mi lugar de desconfianzas y certezas terribles, a la Campaña Perfecta de 2012, con Chávez cerquita y con él, todos sus compañeros más cercanos. Desde ahí los podía ver en vivo y directo, detrás de las cámaras, extraño privilegio, regalo de la vida para una mirona curiosa como yo.
En campaña no hay mucho tiempo para poses y menos en aquella que fue una batalla enorme, con tantos frentes abiertos, peligrosos, dolorosos… Ahí o te subías o te encaramabas, no había cómo ocultar las costuras. Ahí empecé a entender tantas cosas, ahí empecé a entender y a conocer a Diosdado.
El primero en llegar y el último en irse: recuerdo cuando llegamos a Yaritagua, a las ocho de la mañana, Chávez estaría allá a golpe de cinco de la tarde. A esa hora tempranera llegamos nosotros, la avanzada del equipo de Prensa Presidencial, y yo de asomada. Había mucha gente en la calle, toda Yaritagua ya estaba esperando a Chávez. Ya había un gentío frente a una tarima que apenas empezaban a levantar unos cuantos compañeros. Entre ellos, sudando ya de mañanita, estaba Diosdado.
Diosdado revisaba la estructura, probaba el sonido, pendiente de cada detalle, no paraba. Sudado, colorado, contento, parece una maquinita incansable, hasta que el sol le recuerda que tiene sed y busca agua y bebe y mira hacia la multitud que ya al mediodía abarrotaba la avenida hasta los tequeteques y su sed le dice que ellos también deben estar sedientos. Entonces Diosdado manda —porque sabe mandar Diosdado― que traigan agua, que la repartan por todos lados, hasta allá lejísimos al final de la avenida, señala con el dedo apuntando al infinito.
Con brazo beisbolero Diosdado pichó unas botellitas a los que estaban más cerca de la tarima. Entonces todo fue una fiesta: atrapar la botellita de Diosdado, más que calmar la sed, llenaba el alma. Cada botellita era festejada y compartida. Diosdado apuntaba a que llegaran a los niños que lo miraban emocionados. Era Diosdado, el de Chávez, el que sale en la televisión, allí con ellos, calmando la sed.
Faltaban horas todavía para que llegara Chávez y ya no cabía ni un alfiler. Entonces el cielo azul de Yaritagua se puso gris oscuro y cayó un palo de agua de esos que ponen a la gente a correr, pero nadie corrió, solo Diosdado, a revisar que no se mojaran los cables del sonido, a ver que el gentío que esperaba a Chávez estuviera bien, que no se fuera. Fue entonces cuando vi lo imposible: Diosdado, en la orillita de la tarima, frente a la multitud, bailando, invitándonos a todos a bailar. Y todos bailamos bajo la lluvia yaracuyana, culpe Diosdado.
Ese día empecé a ver los ojos de aquel tigre con otros ojos, aunque mi necedad me hacía seguir buscando algún indicio, aunque fuera chiquitico, de aquel Diosdado ambicioso, tramposo, y hasta déspota, que nos habían vendido y que muchos habíamos comprado. Y mientras más buscaba, menos encontraba y mientras menos encontraba, más lo quería.
Todo de lejitos, manteniendo las distancias de la desconfianza, creo. Él me saludaba simpático y seguía de largo. Tenía mil cosas que hacer. Yo lo saludaba y seguía en lo mío, pero sin dejar de estar pendiente de lo que él hacía. Y así llegó el final victorioso de la campaña y no nos despedimos.
Meses después nos volvimos a encontrar en otra campaña, esta vez una dificilísima, por dolorosa. Chávez se había ido y, plenos como la luna llena, estábamos en campaña con Nicolás. Y otra vez los vi llegar, esta vez a Porlamar, en aquel camión, ahora con Nicolás al frente y Diosdado igualito, adelante, sobre el parachoques, evitando que la multitud se arremolinara peligrosamente cerca del camión y de sus ruedas.
Mientras bajaban del camión y subían a la tarima, me tocó dar unas declaraciones para la tele, así que no pude saludarlos cuando subieron. Terminé de hablar y me di la vuelta y ahí estaba Diosdado que, por su reacción, supe que no esperaba verme ahí. ¡Carola! ―dijo como si le hubieran sacado el aire y me abrazó durísimo sin decir una palabra más. Yo lo abracé igual de duro y me puse a llorar, porque tenía tantos recuerdos tan recientes, todos alborotados: ahí estábamos todos los que Chávez había juntado, pero Chávez ya no estaba.
Lloré con hipidos no sé cuánto tiempo, hasta que Diosdado me soltó, puso sus manos en mis hombros, como hacen los militares ―¡plaf, plaf!, dos golpecitos―, me miró a los ojos con sus ojos también llenos de lágrimas. Si todavía yo hubiera pretendido seguir con la pajuatada contra Diosdado, esas lágrimas definitivamente lo habrían evitado.
Desde entonces somos amigos conceptuales, como decía mi general Torrijos, amigos de ideas, de luchas de grandes batallas, y de las que más nos acercan: batallitas diarias, silenciosas, bonitas, humanas, enormes batallas pequeñas que marcan vidas.
Desde entonces, y con el paso de todos estos años tan difíciles, entendí tantas cosas. Entiendo por qué fue Diosdado el villano del cuento que muchos, tirándonosla de más chavistas que Chávez, compramos como conejos. Diosdado es fundamental. Diosdado es un pilar y tumbarlo era hacernos mucho daño.
Nos hacíamos daño y él ahí, tranquilo, firme, en el mismo sitio, seguro de que la verdad siempre se impone, y se impuso.
Y esa verdad me regaló un amigo entrañable, un líder fundamental, un hermano mío y de todos… Diosdado, “el villano”, mi villano favorito.
Carola como siempre. Amena, alegre y de una simpatia envidiable. Siempre es bueno leerla. Y al que no acompsñe al gran Diosdado, le cae. Ese debió ser el hombre. Un abrazo y un aplauso a ambos. Se les quiere
Muy buen artículo.. un abrazo!!
Gracias Carola… Por estar siempre ahí, poniéndole palabras a nuestros sentimientos compartidos. Eres la brisa fresca de esa lluvia que nutre nuestra Patria-Matria Bolivariana.
Un abrazote fuerte Solidario, Revolucionario Chavista, Madurista y Diosdadista
El es el Urdaneta de Bolivar el brillante el mas leal y sobre todo tiene ese apellido que nos dice a todos que sigamos porque Rondon No ha peliado aun
Excelente, nos podrán quitar todo lo material, pero nunca llegarán a tocar el legado del Comandante Chavez. Saludos Carola
Excelente descripción de la lealtad de Diosdado hacia un hombre, un ideal, un pueblo.Por eso es tan querido ,por eso necesitamos su presencia, por eso nos preocupa el compatriota que se preocupa por todos, que sigue a todos en las RRSS y que ayuda a quien lo necesita. Pedimos a dios su pronta recuperación.
No me avergüenza decirlo, me hiciste llorar con este artículo y a lo mejor…me hacía falta.
Mi primer tweet! Diosdado, y sólo por que necesito decirte que Rondon no ha Peleado. Mejórate pronto pero mientras cuidate
Ay Carola! me hiciste llorar. Bendiciones hija Bendiciones. Maglene
Lloro contigo Carola. Esa verdad que describes, sobre Diosdado la vimos desde 2002 y las campañas siguientes. Lo amo
Gracias por compartir tus sentimientos…excelente….
Ahora entiendo porque he preguntado por el estado físico de Diosdado y nunca me ha ado un abrazo.
Un abrazo fuerte para ti… desde este rincón…..
Carola, entrañable amiga y hermana, por parte de Chávez. Hoy de nuevo me tocó la limpieza de ojos, la que siempre sucede cuando te leo. Es saludable, por partida doble, pues fisiológicamente la vista adulta y cansada se recupera un poco y por otro lado el espíritu se llena de tantas sensaciones vividas y recordadas, por afinidad, diría. Pues también recuerdo el cierre en Barcelona de la Campaña Perfecta, que como Miliciano fuí parte del quinto anillo de seguridad, que con mis 66 años de experiencia y vida, «apartaba» a mi pueblo, para que el camión donde estaban Chávez, Diosdado y los demás del equipo, pasara sin atropellar a nadie, en dirección a la tarima, desde donde saldrían las palabras de mi Eterno Comandante. Te quiero mucho y cada vez que te leo te
Honestamente y sin que me quede nada por dentro!! Me hizo llorar. La historia de Carola. Es cierto un hombre luchador. Y muy trabajador!! Es incansable! Siempre firme ante cualquier batalla!! DLB. Tiene unos ojos preciosos..
Hermoso Carola! Nunca he dudado de él… Me encanta tu emotividad
un abrazo para ti Carola y para el Gran Diosdado que Dios lo saque del trance que en estos momentos esta viviendo
Leales siempre…
Traidores nunca..!
Independencia o Nada…!
Excelente Carola, siempre das en el clavo. Me encanta leer tus escritos, tienen de todo un poco, en este, los sentimientos afloran, y hacen llover los ojos, esos mismos que vieron a Chávez, nuestro Chávez.